miércoles, 26 de marzo de 2014

CAPITULO 5


Pedro checó su teléfono incesantemente mientras hacía sus deberes en el restaurant. Como Sous Chef Ejecutivo, estaba de segundo al mando de Mateo Lattimore. Cocinaba por supuesto, pero también supervisaba a su staff, abastecía comida y suministros, ayudaba a planear los menús, y se aseguraba que la cocina estaba segura y sanitaria todo el tiempo. En otras palabras, se mataba trabajando, pero amaba cada minuto de ello. Bueno, la mayoría de ello. Lidiando con los problemas con su staff no siempre era divertido.
Luck había jugado una gran parte en que obtuviera el trabajo en Bite, junto con sus habilidades de cocina.Había conocido a Mateo mientras trabajaba como Sous Chef Junior en el restaurant allá en Birmingham. Cuando Mateo estaba planeando abrir su propio lugar en Atlanta, había visitado alguno de los mejores restaurantes en el sur, y eso lo llevo a donde Pedro trabajaba. Después de cenar, Mateo pidió conocer a los chefs. El jefe de Pedro estaba fuera esa noche, así que Pedro tuvo el privilegio de ser presentado a Mateo, y escuchar de primera mano cuanto había disfrutado la comida.
Ambos se llevaron bien instantáneamente, terminaron compartiendo una botella de vino y conversando mucho después de que el restaurant había cerrado por esa noche. Pedro le dijo cuanto había amado vivir en Atlanta y que esperaba eventualmente regresar algún día. Mateo debió de haber estado lo suficientemente impresionado con Pedro como para recordarlo porque cuando Bite se convirtió en un éxito, levantó el teléfono y le ofreció trabajo. El momento era correcto para que dejara Birmingham detrás y mudarse de vuelta a Atlanta. No se había arrepentido de la decisión.
Tampoco podía negar que Paula nunca estuvo fuera de su mente el tiempo completo que había estado lejos. Todo lo que tenía que hacer era atrapar una visión de rojo en la multitud o pensar que había escuchado su risa y su estómago dolería tan intensamente que casi lo doblara en arrepentimiento.
No había sido su decisión dejarla o a la escuela, pero a veces la vida aleja tus opciones. Te recuerda no ponerte demasiado cómodo donde estas porque en cualquier minuto la alfombra podría ser arrebatada de debajo de tus pies, dejándote en tu espalda y jadeando por aire.
El alivio que sintió cuando se enteró que ella estaba de vuelta en Atlanta, también, trabajando en un hospital aquí y aun soltera, había sido inmensurable. Como si la suerte estaba finalmente de su lado. Había significado jalar algunas cuerdas para obtener información, pero había algunas personas importantes que eran clientes regulares en Bite, uno era el Jefe de Staff en Atlanta General. Pudo no haber sido la manera más ética de hacerlo, pero a Pedro realmente no le importaba. Lo que le importaba más era el resultado final.
Tan lejos como las paredes que había levantado alrededor de su corazón, bueno, encontraría una manera de escalarlas también. Dos cosas que Pedro tenía a montones eran paciencia y resistencia.
Mateo entró detrás de Pedro y colocó la mano sobre su hombro. —¿Cómo está el brazo?
—Algo sensible, pero tolerable. —había seguido las instrucciones de la enfermera sobre como limpiar y emendar la herida. La probabilidad era que tendría una cicatriz de eso, pero se ha herido peor cayendo de su motocicleta.
—¿Seguro que no necesitas tomarte la noche libre?
Era agradable que Mateo se preocupara sobre su bienestar, pero era innecesario en estas circunstancias.
—No duele, Maty. De verdad, mientras que siga alejado del calor directo por unos cuantos días, estaré bien.
—Sólo estoy contento de que no fuera peor.
Pedro se encogió de hombros. —Los accidentes pasan. Y eso es lo que fue, un maldito accidente. Esteban giró con una olla al mismo tiempo que me estiré por un tazón. Es una cocina comercial. Es de esperarse. Lo sabes. ¿Cuántas veces te has quemado la mano o cortado algún dedo?
Mateo hizo una mueca. —Más veces de las que me importa contar.
—Sí, yo también, y puedo decirte, los puntos son un dolor mucho más grande que esta quemadura en mi brazo, así que déjalo pasar.
—De acuerdo, está olvidado. Pero si comienza a doler o necesitas un descanso, tómalo.
—Lo haré.
—Entonces, ¿Viste a Paula?
Si algo bueno podía salir de estar herido, era que se había forzado a tragarse su ansiedad sobre verla otra vez y arrastró su trasero indeciso hacia su sala de emergencias por tratamiento. Su reacción había sido lo que había esperado, a lo mejor un poco mejor considerando que no lo pateo en las bolas.
Pedro asintió a la pregunta de Mateo. —No fue exactamente un momento Hallmark.
—Espero que eso no fuera lo que esperabas.
—No, pero tuve algunas expectaciones ridículas de que a lo mejor habrían por lo menos algunas cuantas sonrisas de su parte, a lo mejor una conversación racional detrás de los incómodos hola y la charla medica.
Mateo frunció el ceño. —¿No te dijo que te jodieras por completo, o sí?
Pedro tomó una respiración profunda, la sacó lentamente por su nariz. —Bueno, a lo mejor. Es difícil estar seguro con Paula. Alardea, pero ese es su mecanismo de protección para mantener a las personas a distancia—Tengo una de esas en casa en este momento —dijo Mateo irónicamente.
—Santa mierda, ¿Tamara se mudó?
—El fin de semana pasado. Ha sido un ajuste por decir poco. Mi apartamento luce como si una bomba explotó ahí. Excepto por la cocina por supuesto. Se conduce lejos de mi cocina. Si no estuviera tan loco por la mujer, ya la habría estrangulado.
Un pinchazo de celos golpeó a Pedro. Estaba listo para eso también, compromiso y domesticidad. Discutiendo sobre quién se bebió lo ultimo del jugo de naranja y puso de vuelta el envase vacio en el refrigerador, o quien dejó las toallas mojadas en el piso del baño. Peleando por el control remoto o las secciones del periódico sobre el café en las mañanas. Despertando con un cálido y suave cuerpo acurrucado a su lado, un derrame de cabello rojo a través de la almohada. Dios sí, quería eso. Felicidad y beligerancia. También sabía dónde encontrarla. Ahora solo tenía que hacer un maldito buen trabajo en convencer a la otra parte.
—Herí a Paula muy fuerte —dijo.
—¿Le dijiste lo que pasó con tu familia?
—Todavía no. Necesito arreglar las cosas entre nosotros primero, ver si aún queda algún destello de esperanza. Estoy tratando de recordarle las partes buenas de nuestra relación antes de ir y echar los sucios problemas de mi familia a la mezcla.
Aun después de todo este tiempo,la amargura aún se elevaba en la garganta de Pedro cuando pensó sobre lo que su padre hizo. Como había partido sus vidas y familia.
Le debía la verdad a Paula, pero primero quería saber si se podría preocupar profundamente por él otra vez antes de contarle todo. No quería que la lastima corrompiera sus sentimientos. Si tenía alguna oportunidad de tenerla de vuelta, Pedro quería que sus emociones fueran genuinas.
—Así que, ¿Cuál es tu siguiente movimiento? —le preguntó Mateo.
—La voy a molestar demasiado hasta que se rinda.

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